Debates en la frontera de la ganadería y clima: el caso de Dinamarca

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Debates en la frontera de la ganadería y clima: el caso de Dinamarca
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  • Por Eduardo Blasina Podría considerarse el país más exportador de carne de Europa en relación a su tamaño económico y sus altas ventas de carne de cerdo. Y aun así, Dinamarca lidera las políticas por la neutralidad climática en Europa y en el mundo y encamina medidas para el agro...

    Por Eduardo Blasina Podría considerarse el país más exportador de carne de Europa en relación a su tamaño económico y sus altas ventas de carne de cerdo. Y aun así, Dinamarca lidera las políticas por la neutralidad climática en Europa y en el mundo y encamina medidas para el agro sin que por el momento hayan protestas de los productores como ha sucedido en otros países europeos a lo largo de todo este año. En 2021 el gobierno estableció sugerencias de dieta que recomendaban no superar los 350 gramos de carne consumida semanalmente, básicamente un churrasco o tres hamburguesas a la semana. En octubre lanzó n plan de promoción de alimentos vegetales. A la vez ha destinado en su presupuesto 98 millones de dólares al desarrollo de alimentos vegetales sustitutos de la carne. Es uno de los países con más agrícolas de Europa y sin embargo los productores no han manifestado protestas ahora que el gobierno empieza a avanzar en un impuesto a las emisiones de gases de efecto invernadero del sector agropecuario. En Dinamarca, la propuesta es introducir una “reforma fiscal verde” que gravará a los agricultores en función del volumen de gases de efecto invernadero emitidos por la producción agrícola en sus tierras. Las ramificaciones de esto son altas: si esto se aplica a los productores locales, irá también a lo importado y si funciona otros países seguramente lo tomen en cuenta. Las bases de la próxima reforma fiscal verde se sentaron en 2020 mediante un amplio acuerdo político en respuesta al fracaso del sector agrícola de Dinamarca a la hora de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero durante la anterior década. Según cifras de 2020, las granjas danesas emiten unos 10,6 millones de toneladas de CO2 al año. Esa carga equivale al 22,4%bde las emisiones totales de carbono del país, en comparación con el 15,6% hace diez años, una proporción que ha aumentado a medida que otros sectores han reducido sus emisiones. ¿Porqué  no protestan los agricultores? La idea general es hacer que a los agricultores les resulte más caro contaminar, y que los ingresos del impuesto se devuelven al sector agrícola en forma de subsidios que abaraten las iniciativas verdes. La ingeniería política es digna de la muy buena seria danesa Borgen. El impuesto al CO2 a veces se expresa como “CO2e”, es decir, equivalente de CO2, y cubre varios tipos diferentes de gases de efecto invernadero que se producen comúnmente en la agricultura. El suceso del país en ganar competitividad a través de la energía eólica es parte del orgullo nacional y algunos agricultores lo ven como una segunda apuesta a lograr prestigio global. En 2023, un análisis del Consejo Danés sobre Cambio Climático encontró que un impuesto de 750 coronas danesas (60 dólares) por tonelada de CO2 podría reducir las emisiones del sector en 2030 en alrededor de un 45 por ciento en comparación con los niveles de 1990. Sin embargo, eso aún estaría por debajo del objetivo del 55 al 65% acordado en 2021, la última vez que se debatió sobre las emisiones agrícolas. Aunque ese objetivo equivale a reducir entre 6,1 y 8 millones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero, el acuerdo sólo contenía planes reales para reducir 1,9 millones de toneladas. Se espera que el resto llegue con el desarrollo de nuevas tecnologías, como aditivos para raciones  que puedan reducir las emisiones de metano, del estilo de los que fueron presentados en la Expoactiva de este año. Se analiza también que un impuesto sobre la producción impulse a los agricultores individuales a utilizar estas nuevas tecnologías o a realizar cambios estructurales. También forma parte de la propuesta un impuesto al consumo para los productos de supermercado con alto coste de carbono. Los economistas han calculado que esto aumentaría el precio de la carne y los productos lácteos en un 6%. Aunque el acuerdo de 2021 tuvo cuidado de enfatizar que se debe mantener el “equilibrio social” en la próxima reforma para no aumentar la desigualdad, se convirtió en un tema candente en las últimas elecciones. Al respecto, el profesor Kristian Konghøj, investigador del clima y la desigualdad en la Universidad de Aalborg, señala que, así como los ingresos de un impuesto sobre la producción agrícola pueden devolverse a los agricultores a través de subsidios, los ingresos de un impuesto sobre la carne y los productos lácteos podrían devolverse a los daneses como un «cheque verde» o una deducción fiscal para las personas con bajos ingresos. “Si no se hace nada más que introducir un impuesto al CO2, se puede aumentar la desigualdad económica, ya que quienes se encuentran en la base de la pirámide de ingresos soportan la transición verde y ajustan su consumo, mientras que los daneses más ricos pueden seguir consumiendo lo que desean”. Debates que se dan en uno de los países de más calidad democrática del mundo de más calidad de vida, del tamaño de Uruguay y que es exportador de carne. Debates que en Uruguay parecen todavía lejanos. Pero como la temperatura del planeta lleva 9 meses consecutivos de récord y seguramente en marzo volverá a ser inédita, es un debate que en cualquier país serio se irá instalando.

  • 2024-03-27T21:50:10+00:00

  • blasinayasociados.com